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H e r n á n D i n a m a r c a *
Por su vigencia he querido
recuperar en este artículo textos de los capítulos finales de libros de mi
autoría del año 1998 y 2004, El Viaje en el Uro Aruma y Epitafio a la
Modernidad, respectivamente. Se trata de reflexiones sobre un presente como
Historia que, sin duda, es una encrucijada interesante.
En el actual cambio de época histórica, iniciado en los años
sesenta del siglo XX1,
cada uno de nosotros, hombres y mujeres, que sufrimos, reímos, soñamos y
deseamos, en el aciago tiempo que nos ha tocado vivir somos interpelados a
tomar partido existencial en torno a una diversidad de nuevas contradicciones
culturales.
Tal vez somos los primeros
seres en devenir asombrados ante tamaña complejidad histórica y por eso
permanecemos entre lúcidos y confundidos, encantados y desencantados, ante cada
nuevo desafío y tanta incertidumbre. Pese a todo, en este contexto emocional de
época, por ahí, en las olas del océano histórico, emergen nuevas ideas y luces,
encarnadas, que nos agitan y alertan.
Por ser integral y orgánica a
la Historia, la teoría de transformación cultural de Riane Eisler enfatiza que,
en períodos de desintegración social o desequilibrio extremo de los sistemas
-como ocurre en el actual cambio epocal- existe una oportunidad para el cambio
socio-ideológico transformativo (...) (Pero) así como para la bifurcación de
cualquier otro sistema se requiere más que desequilibrio (se requieren
atractores y estructuras emergentes), para que emerja una organización social
diferente se necesitan suficientes nódulos de cambio transformativo para crear,
en el lenguaje de la dinámica no-lineal, una nueva atracción que -mientras
fluye el sistema- lo reconstituya en una nueva configuración básica.2
Vivenciar personalmente
entonces un sentido en la actual encrucijada histórica, requiere asumir la
complejidad cultural del presente. Por lo mismo, ordenaré brevemente algunos
atractores y los principales nódulos de cambio transformativo (cambio histórico
y cultural).
I)
Atractores: una alfabetización en el nuevo paradigma científico para la
complejidad cultural del presente
En el actual cambio de época,
desde la propia ciencia sistémica de occidente (en encuentro con otras
cosmovisiones culturales) surgen sabidurías y orientaciones (nuevos atractores)
para vivir creativamente la complejidad cultural del presente. Entre estas:
Reciprocidad
Desde la ciencia sistémica (y
nuevo paradigma ecológico) sabemos que la Tierra se genera a sí misma en red.
Por eso es un desafío cultural (re) asumir en nuestro modo de vida la
concordancia ecológica de todos los organismos en el interior de la biosfera.
Escribo reasumir porque el valor de la reciprocidad fue central en muchas
culturas precedentes, de oriente y occidente, que vivían ajenas a la ilusión de
separatividad moderna.
Es imprescindible nuestra
reciprocidad con todos los otros seres vivos para reconstruir la comunidad que
es la Tierra. En cualquier devenir cultural del futuro, cada vez que actuemos
desde nuestra naturaleza-cultura, será condición indispensable considerar la
reciprocidad, en el sentido de vivir nuestras acciones como si fueran un “no
obrar” taoísta en el fluir del todo. Es decir, una acción de mínimo impacto
-ruptura- con el propósito de que fluyamos en el hilo de la continuidad.
Autorregular
nuestra propagación
Desde la ciencia sistémica
sabemos que la Tierra es auto-propagativa. La vida se propaga a cada segundo. Y
como a través de la cultura hemos generado nuestra propia dinámica de
auto-propagación, entonces es pertinente preguntarnos: ¿cuántos humanos
podremos vivir en el planeta?
Es un desafío ineludible
regular nuestra explosión demográfica y no continuar con un ciego crecimiento
de plaga. Nos tenemos que auto propagar en equilibrio con las otras dinámicas
de auto-propagación. Si hoy somos la única especie que en los ecosistemas no es
amenazada con riesgo de vida por otros depredadores -salvo por nosotros
mismos-, obviamente es nuestra responsabilidad autorregular el crecimiento de
la población humana.
Una
emergencia concordante
Desde la ciencia sistémica
sabemos que la Tierra se caracteriza por la permanente emergencia de nuevas
estructuras y organizaciones. Es el caso de nuestra especie, que expresa su
emergencia a través de la cultura material y simbólica: tecnologías, ciudades,
códigos, etcétera.
Entonces, en el futuro todas
estas tecnologías -nuestra emergencia cultural- tendrán que ser co-adaptadas a
las tecnologías de la propia Tierra. Por ejemplo, cómo generar energía
renovable sobre la base del aprendizaje de las estrategias que usan otros
organismos vivos, cómo hacer ciudades verdes y sustentables, cómo proceder a
vivir en una radical “reciclabilidad” material, etcétera.
Bio-regiones
auto-nutrientes
Desde la ciencia sistémica
sabemos que otra dinámica de la Tierra es ser auto-generativa o auto-nutriente.
Nuestra cultura históricamente se ha nutrido con la agricultura y con la
manufactura. Pero al hacerlo sin concordancia ecológica hemos eliminado gran
parte del suelo de buena calidad y contaminado las aguas y la atmósfera como si
hubiese operado un “invierno nuclear”.
Hoy es un desafío asumir la
bio-región (un ecosistema o conjunto de ecosistemas) como la unidad geo-física
base de una nueva división económica y administrativa. Y en esas nuevas
unidades usar los recursos renovables que puedan ser recuperados por la propia
región y reciclar los no renovables en un 100%. Los desechos no pueden ser más
que los que la bio-región pueda absorber.
¡Qué desafío para la
creatividad! ¿Cómo hacer una comunidad biótica auto-nutriente que nos incluya
como humanos, si nuestra organización económica presupone primero el uso, luego
la depreciación y finalmente el agotamiento de los recursos naturales,
alienados aún como estamos en la absurda y paradojica lógica de corto plazo del
crecimiento económico ilimitado, el consumismo y la no-durabilidad de los
bienes?
Una
geo-regulación
Desde la ciencia sistémica
sabemos que la Tierra se gobierna a sí misma y que en un bioma cada especie
tiene un hábitat y un rol. En cambio nuestro estilo de gobierno ha sido
vertical, negándonos entre nosotros y a las otras especies el derecho a tener
su propio hábitat y su rol.
Sobre esta base se fortalece
la idea de biocracia, entendida como una manera horizontal de relacionarnos
entre nosotros y las otras especies, sobre todo en los ámbitos locales de
interacción cotidiana.
La ya antigua idea moderna de
la soberanía de los estados naciones hoy está terminando, así lo sugiere la
interrelación de todos los ecosistemas de la biosfera; las redes económicas
mundiales que trascienden los antiguos mercados nacionales; las nuevas leyes
globales que trascienden los antiguos marcos jurídicos confinados a los
estados-nación; y la circulación planetaria de símbolos que trasciende
cualquier frontera geopolítica y cultural.
En lo planetario, el actual
desafío geopolítico es transitar a un sistema que sea gaia-regulador de una
economía y red energética ecológica, ético-regulador de las diferencias
culturales y no inclusivo de agentes disruptivos como el comercio de armas de
todo tipo y de tóxicos. Y a la vez, en lo particular y local, debemos
establecer e institucionalizar nuevos procesos de descentralización sobre la
base de comunidades humanas a escala bio-regional.
Especificidad,
subjetividad y pertenencia
Desde la ciencia sistémica se
nos impulsa a experienciar íntimamente lo que hasta hoy hemos llegado a saber
del universo. Éste tiende a la expansión y diferenciación en unidades
discretas, de ahí el valor de reconocer y amar nuestra especificidad
-conocernos y querernos a nosotros mismos- y elegir nuestra propia misión, que
esta inmersa en el sentido del universo.
El universo tiende a la
subjetividad, a la conciencia, de ahí la necesidad de aguzar nuestra
sensibilidad y profundidad para un re-ligare (este es el sentido etimológico y
la intimidad más profunda de la religión) con nosotros mismos y con el todo
cósmico.
El universo tiende a la
integración y comunión, de ahí el despliegue de nuestro sentido de pertenencia
a la familia, a la cultura, a la Tierra, a las generaciones pasadas y a las que
vendrán, que devienen implícitas en su propio devenir.
Reciclaje,
asociación y flexibilidad
Desde la ciencia sabemos que
los ecosistemas se comportan como redes autopoiéticas (Maturana y
Varela) y estructuras disipativas (Ilya Prigogine). Entonces tenemos que
asumir en nuestra acción la interdependencia ecológica, es decir, las
relaciones integradas entre todos sus miembros.
Tenemos que reconocer la
naturaleza cíclica de los procesos y, en consecuencia, asumir el reciclaje en
todos nuestros gestos (eco-nómicos = la casa del ser) en la vida. Si el
ecosistema como un todo no produce desperdicios, con la triste excepción de
nuestra presencia separada -desconectada, enajenada- que en su alteración ciega
se convierte en desperdicio, ha llegado la hora de reconectarnos y reciclar
nuestras vidas y acciones.
Tenemos que reconocer la
asociación-cooperación como una de las características distintivas de la vida
y, en consecuencia, asumir el principio de flexibilidad en la resolución de los
conflictos intrasistema.
Tenemos que reconocer el
papel de la diversidad y, en consecuencia, asumir que la biodiversidad hace más
resistente a los ecosistemas y la sociodiversidad cultural hace más creativas a
las sociedades humanas, siempre y cuando se trate de comunidades humanas
sostenidas por una red de relaciones y no de colectivos fragmentados.
II)
Las nuevas contradicciones culturales
En el presente histórico hay
nuevos atractores, que ya vimos, y aumentan los nódulos de cambio
transformativo: lo son las nuevas contradicciones, tensiones, desafíos en
nuestro presente como Historia. En esta miríada de emergentes contradicciones
culturales radica la complejidad del actual momento histórico, que se nos
aparece tan distinto y tan lejano, en su complejidad, a los conflictos que nos
orientaron en la ya antigua época moderna.
Las nuevas sensibilidades
(atractores) se están constituyendo a partir de polaridades conflictivas o
matices que viven las personas frente a los nuevos -y viejos- temas culturales
(en los que los modos de vivir emergentes introducen nódulos de cambio
transformativo). Todos, de una u otra forma, participamos en estas tensiones.
Obviamente que cada uno puede asumir distintos roles, más o menos proactivos,
en cada una de estas nuevas tensiones, dependiendo de sus
memorias-experiencias, saberes e intereses-lugar que ocupa en la vida social.
A manera de síntesis
enumeraré, como si fueran interrogantes abiertas y ante las cuáles es
ineludible tomar partido, algunos ejemplos de tensiones que interpelan hacia
los nódulos de cambio transformativo y de los atractores (ideas) que hoy
aparecen como capaces de ir construyendo la emergencia de una nueva
organización social, en ruptura y continuidad, configurando así una nueva época
histórica (pos moderna, en el sentido que históricamente trasciende a la
modernidad, aunque su nombre será tarea de los actores del mañana).
1) En la actitud que asumamos
ante la crisis ecológica. En ese sentido hoy actúa como atractor hacia el
cambio histórico el hecho de oponernos a la lógica moderna del crecimiento
económico ilimitado y al progreso material irresponsable e irreflexivo. En la
cotidianeidad este asumir una actitud pro – sustentabilidad ecológica implica
vivir inhibiendo el consumismo y el sobreconsumo, promoviendo la durabilidad de
los bienes, reciclando en pos de la desmaterialización de la economía (esto es,
la disminución de las actividades extractivas), aspirando al bienser y a una
buena calidad de vida (bienestar), despojándonos de la lógica del lucro,
participando en asociaciones económicas y ciudadanas basadas en la
colaboración.
Mientras que continuar
viviendo en la lógica del crecimiento económico, la maximización de la
producción, la búsqueda del lucro y el sobreconsumo, es una idea ya antigua que
nos empuja hacia la insustentabilidad.
2) En la actitud que asumamos
frente al autoritarismo -que no es lo mismo que autoridad y liderazgo-. En este
caso la idea que actúa como atractor hacia el cambio histórico es la aceptación
real de la diversidad cultural, étnica y sexual; esto es, aprender a vivir en
el más profundo sentido democrático, aceptando el respeto a la legitimidad del
otro-a (idea y valor que subsume y trasciende el ya antiguo valor moderno de la
tolerancia, que solía operar entre iguales).
Mientras que continuar con
más de la misma mirada moderna, que ha sido tan despectiva y autoritaria con lo
extraño y diferente, ya sea en los dominios culturales, sexuales, sociales,
ideológicos, es lo antiguo e insustentable.
3) En la actitud que asumamos
ante la bioética. Aquí es un atractor hacia el cambio histórico criticar al
irresponsable juego demiúrgico con la biotecnología y el comercio transgénico
que vienen efectuando las empresas transnacionales de la salud y la
alimentación, orientadas por la búsqueda del lucro. Es un atractor experienciar
un sabio sentido de responsabilidad en la exploración genética y biotecnológica.
Mientras que incentivar de
cualquier forma la práctica biotecnológica y el consumo de esos productos con
sus aún inasibles riesgos para la co-evolución de los actuales seres vivos, es
lo antiguo e insustentable.
4) En la actitud que asumamos
ante el curso que deberá seguir el inevitable proceso de planetarización. Aquí
es un atractor hacia el cambio histórico promover la unidad de la especie en su
diversidad cultural, incentivando instituciones globales que respeten los
derechos humanos y que cautelen la sustentabilidad social y ambiental del
planeta.
Mientras que aceptar
acríticamente la “macdonalización” cultural del mundo y la globalización sólo
como una realidad económica-financiera desregulada y controlada unilateralmente
por las empresas transnacionales, es lo antiguo e insustentable.
5) En la actitud que asumamos
ante el drama mundial y local de la pobreza. Aquí es un atractor hacia el
cambio histórico promover el valor de la solidaridad, la redistribución social
y el empoderamiento existencial de los socialmente excluidos.
Mientras que cerrar los ojos
ante la insoportable extensión de la pobreza y miseria y su consecuente
inseguridad social y cultural, es lo antiguo e insustentable.
6) En la actitud ante el
cambio cultural en curso en nuestra vida más íntima. Aquí es un atractor hacia
el cambio histórico dejarnos seducir por el nuevo rol de la mujer y de la nueva
masculinidad.
Mientras que mirar de soslayo
y con sospecha la integración y horizontalidad de los géneros, queriendo permanecer
en el estanco del violento y antiguo patriarcalismo, es lo antiguo e
insustentable.
7) En la actitud que asumamos
ante la explosión demográfica. Aquí es un atractor hacia el cambio histórico
imaginar y aplicar medidas para la autorregulación de la población.
Mientras que no manifestar
una opinión ante una eventual saturación por la presencia inmanejable de la
plaga más depredadora de la biosfera, es lo antiguo e insustentable.
8) En la actitud que asumamos
ante el re ligare espiritual. Aquí es un atractor hacia el cambio
histórico valorar socialmente el cambio personal e incentivar las terapias y
las nuevas espiritualidades para reencantar la vida cotidiana, y también lo es
reencantarnos con el asombro, con el misterio cósmico y con nuestra conciencia.
Mientras que condenar las
prácticas espirituales con una burda descalificación es lo antiguo e
insustentable.
9) En la actitud que asumamos
en la política democrática. Aquí es un atractor hacia el cambio histórico
promover la democracia participativa con una ciudadanía empoderada, libre e
informada en los niveles de participación ciudadanos, ya sea en los
estados-nación, en lo local o en lo regional y mundial.
Por ejemplo, en la promoción
de la participación de la sociedad civil mundial en las organizaciones y
conferencias globales, en la promoción de la descentralización real y en la
entrega de responsabilidades democráticas a las localidades y bio-regiones. El
físico brasileño Augusto de Franco denomina “holocracia” a esta nueva práctica
democrática postmoderna: “La humanidad global va siendo construida por
relaciones ético-políticas que sólo se pueden ejercer en espacios de acción
local. A esta nueva forma de hacer política le corresponde como régimen la
“holocracia”, un gobierno común o gobierno de todos y cada uno”.
Mientras que imponer límites
a la autorregulación de las mayorías en cualquier nivel, negando en los hechos
la ciudadanía con el pretexto de la supuesta pre-eminencia de la “democracia
natural” del mercado, unilateralizando así la supuesta “soberanía” de los
consumidores, es lo antiguo e insustentable.
10) En la actitud que
asumamos ante la realidad de los medios de comunicación. Aquí es un atractor
hacia el cambio histórico la incorporación creativa y extensiva -en pos de una
nueva “alfabetización”- de las nuevas tecnologías de la comunicación que hoy a
todos nos permiten generar sentidos, ya no sólo con la palabra y el gesto
interpersonal. También es un atractor el mantener una actitud serena con la
tecnología, evitando la perdida de la próximidad humana, la ausencia del
projimo, que podrían conllevar las tecnologías de la comunicación.
Mientras que tanto el
ensimismamiento en las redes tecnológicas como el coartar, censurar o
privatizar en muy pocas manos hasta la más íntima y humana posibilidad de
decir, es lo antiguo e insustentable.
11) En la actitud que
asumamos ante la diversificación de derechos y responsabilidades. Aquí es un
atractor hacia el cambio histórico, por ejemplo, la defensa de los derechos de
los usuarios de los bienes y servicios, de los niños y de otros grupos etáreos.
Mientras que sus
limitaciones, omisión o despreocupación son lo antiguo e insustentable.
12) En la actitud que
asumamos ante la imprescindible reorganización de la vida económica en curso.
Aquí es un atractor hacia el cambio histórico reflexionar sobre un nuevo rol
para la empresa privada orientada por un modelo de gestión de la
sustentabilidad, en el nuevo rol de un Estado regulador del marcado y a la vez
incentivar y valorar el nuevo tercer sector productivo y asociativo,
solidario y sin fines de lucro que surge en la sociedad civil.
Mientras que fetichizar al
todopoderoso “mercado” que hoy más parece un “neo-estado orwelliano” que
protege el reino del consumo pre-programado por unas pocas empresas
oligopólicas y transnacionales, es lo antiguo e insustentable.
13) En la actitud que
asumamos ante la ética. Aquí es un atractor hacia el cambio histórico vivir
responsable y reflexivamente en una nueva ética de la coherencia entre el decir
y el hacer en la vida cotidiana, en una ética de la pertenencia responsable
hacia con la memoria, el futuro, la familia y la comunidad, en una ética que no
separa los fines de los medios.
Mientras que auto-mentirnos
día a día con una moral esquizofrénica, que separa lo público y lo privado, el
decir y el hacer, y negar nuestro vivir en red, continuando en la ilusión de
unidades en separatividad, es lo antiguo e insustentable.
14) En la actitud que
asumamos ante el cambio y la conservación. Aquí es un atractor hacia el cambio
histórico buscar un equilibrio entre expansión e integración, entre cambio y
conservación en todo nuestro quehacer humano.
Mientras que continuar
fascinados acríticamente con el cambio por el cambio, con la novedad por la
novedad, en una ceguera de última hora que no puede mirar el carácter
destructivo de la modernidad, es lo antiguo e insustentable.
15) En la actitud que
asumamos en nuestra vivencia del poder. Aquí es un atractor vivir el poder de
manera no egótica, es decir, practicarlo más allá de esa sensibilidad que quería vivir desde el control y el
dominio de la energía de los otros, y
empezar a vivirlo en colaboración, en redes horizontales, captando, en
tanto seres empoderados, la energía libre disponible en el universo.
Mientras que continuar viviendo en la lógica del poder como
dominio y practicarlo institucionalmente en la jerarquía, es lo antiguo e
insustentable.
A
manera de epílogo
¡En fin, son tantos y tan
complejos los nuevos temas y desafíos que surgen ante los ojos sorprendidos y
confundidos de hombres y mujeres que asistimos a la encrucijada del cambio
epocal! Es cierto, estamos confundidos, de ahí que muchas veces las actitudes
ante estos temas varíen incluso contradictoriamente en una misma persona. Pues,
en este cambio de época, en una analogía histórica con lo ocurrido ayer en la
transición desde la Edad Media a la Época Moderna, todo lo sólido de la
modernidad se desvanece en el aire, parafraseando al viejo Carlos Marx.
Sin embargo, cuando lo sólido
se desvanece, lo hace gestando otro aire. Es decir, cuando ahora, a finales de
la época moderna, se desvanece la “solidez” de la propia modernidad, lo hace
gestando el aire de una nueva aventura en una postmodernidad históricamente
constructivista. Tal vez el secreto, o el simple nexo con la historia y lo
cósmico, ahora consiste en tener los ojos y los oídos bien abiertos para
descubrir y construir creativamente las nuevas brújulas que nos orienten en ese
aire nuevo.
En la actual encrucijada, el desafío personal
es asumir un bello y sereno gesto de rebeldía ante lo existente. Ayer, cada vez
que nos desequilibrábamos hacia la destrucción, nos reinventábamos, nos
reconstruíamos. Ahora, por qué no, si nuestra deriva y desafío vital es el
mismo. Cada una de las contradicciones culturales que en el presente nos hacen
sentido, son interpelaciones desde el otro que observa, desde la diversidad de
vidas, desde las piedras y desde el vacío paradójicamente lleno de todos los
seres y aquellas cosas que están llenas de los mismos átomos y moléculas que a
nosotros también nos llenan.
Todo lo aquí escrito, nace
desde mi convicción - y deseo - que el siglo XXI será ecológico, será masculino
y femenino, será plural y diverso, será planetariamente fraterno, será
socialmente más justo, será espiritualmente misterioso y encantado, será
económicamente sustentable, o no será. Sin
duda, en un soñado futuro así renacerán una vez más nuestros dolores y
alegrías, la belleza y la fealdad, el misterio y la certeza, habrá otras
infelicidades y felicidades, las fuerzas de la creación-destrucción, el bien y
el mal, el equilibrio y la violencia también impregnarán con su energía a unos
y otros organismos. Mañana, más allá de los derroteros que siga nuestra
evolución, igual que siempre, nos enredaremos en los motivos del corazón.
Pero todo eso, tal vez,
ocurrirá en otro mundo, autohaciéndonos en un nuevo modo de vida. Joseph
Campbell, en el prólogo de su notable libro primero sobre "Las Máscaras de
Dios", ha intuido hermosamente el sino más íntimo de nuestro Viaje:
"La unidad de la raza humana, no sólo en su historia biológica, sino
también en la espiritual, que por doquier se ha desarrollado a la manera de una
única sinfonía, con sus temas anunciados, desarrollados, ampliados y retomados,
deformados, reafirmados, y que hoy día, en un gran fortíssimo con todas las
secciones tocando a la vez, avanza irresistiblemente hacia una especie de
poderoso clímax; del cual ha de surgir el próximo gran movimiento. Y no creo
razón alguna para que se pueda suponer que los mismos motivos no se oirán otra
vez en el futuro, en nuevas relaciones, por supuesto, pero siempre los mismos
motivos".
El actual fortíssimo
es simplemente transitar desde la emoción de la separatividad a un recuperar la
vivencia en la emoción del extrañamiento, claro que ahora más sabios y menos
temerosos. El extrañamiento es irrenunciable y a la vez nuestro signo más bello
e íntimo, al ser la emoción de la conciencia en libertad.
Es que una cosa es dejar
atrás la triste ilusión de separatividad (sinónimo de abandonar esa soberbia
sensación de ego-ísmo, de distancia enajenada entre nosotros y la naturaleza en
que hemos vivido tan intensamente en esta modernidad occidental); pero otra muy
distinta, en tanto egos participes del mundo, es que estamos destinados a
permanecer en la conciencia extrañada que es el vivir.
El extrañamiento es la
intensa sensación ontológica de vivir confinados a la soledad (y libertad) más
radical, como individuos y como especie; ese extrañamiento a la vez,
paradójicamente, nos ha dotado con el impulso a la conversación, a la
colaboración, a la emoción amorosa, a la autoconciencia.
En la larga y misteriosa
historia del universo y la vida, evolutivamente aprendimos a extrañarnos, es
decir, a sentir la auto-conciencia como la organización que somos y que deviene
del propio universo.
En ese camino andado, primero
en la evolución aprendimos a suspender el extrañamiento entre nosotros
gracias a la bella y sabia estrategia de las palabras, del conocimiento y de
los afectos; hasta después, en vital paradoja evolutiva, disociarnos hasta
confundir el ineludible y libre extrañamiento con la ilusoria y extrema
separatividad (con sus dolorosos ecos).
En el actual cambio de época,
el nuevo y potente desafío es dar otro salto evolutivo y aprender ahora a suspender
el extrañamiento con las otras especies y con la naturaleza, mediante un
abrirnos a una comunicación más amplia, sabia e inclusiva, inspirada en el
respeto a la diversidad de seres y energías que se desplazan en el todo
cósmico. ¡Qué interpelación existencial es la que nos hace el actual cambio de
época histórica! En silencio entonces miro una planta y siento que ella me
ríe.
* www.hernandinamarca.cl
1 Este tema del inicio del cambio de época lo
hemos tratado latamente en el artículo Los años 60: un neorenacimiento que
inicia un cambio de época y en el capítulos u del libro Epitafio a la
modernidad (ver en www.hernandinamarca)
2 Entre otros artículos, la Reiner plantea esta
teoría en su obra El Caliz y la Espada.
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