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Á l v a r o G o d o y H a e b e r l e *
Mientras en Chile los estudiantes y profesores piden mejorar la calidad de la educación, el reconocido psicólogo autor de la teoría de las “inteligencias múltiples” Howard Gardner, es galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2011. ¿Qué tienen que ver estos dos eventos con el coaching? Eso es lo que espero relacionar en este artículo.
Todos están de acuerdo en que es necesario mejorar la calidad educación. ¿Pero qué entendemos por “educación de calidad”? ¿Necesitamos que los niños sepan más matemática, que entiendan correctamente El Quijote, que manejen las fechas de las glorias navales y la tabla periódica? ¿Cuánto le servirán estos contenidos para la vida? ¿Cuántas veces usarán realmente esos conocimientos? ¿Necesitan más información nuestros jóvenes y niños?
Howard Gardner, Daniel Goleman y muchos otros sicólogos y siquiatras actuales han demostrado con sus investigaciones que la inteligencia emocional es mucho más determinante para el éxito en la vida que los conocimientos o el coeficiente intelectual, sin embargo, en Chile las escuelas siguen preocupadas de los resultados del SIMCE y la PSU.
Sorprendentemente, son las empresas las que se están haciendo cargo de la educación emocional. La introducción del coaching en ellas está generando una oportunidad inexplorada para el aprendizaje emocional del mundo adulto. Personas que nunca habían vivido un proceso terapéutico o de crecimiento personal, tienen la posibilidad –quizás por primera vez– de conocerse un poco más a sí mismos a través de estos procesos. En las sesiones de coaching me toca frecuentemente observar el asombro que las personas tienen al descubrir que los otros los ven de una manera muy diferente a como ellos se ven. El proceso no es fácil y algunas veces hasta doloroso, pues cuando llegan a coaching frecuentemente están pasando por un conflicto importante con su jefe o sus colegas, o porque una encuesta interna arrojó resultados negativos respecto de su comportamiento. Hasta ese momento no se asomaban a percibir el efecto que podía tener su comportamiento en los demás. Y es duro de adultos, darnos cuenta que, de alguna manera, estábamos ciegos respecto de nosotros mismos. Nadie nos enseñó inteligencia social, diría Gardner.
Son las empresas las que están gastando cada vez más recursos y tiempo en capacitación y coaching para que sus trabajadores y ejecutivos aprendan “habilidades blandas” que nunca aprendieron en la escuela. ¿Por qué hacen esto? ¿Qué tiene que ver con las metas y el rendimiento? Se trata a veces de profesionales brillantes, con un vasto conocimiento técnico, pero que no saben cómo trabajar en equipo, principalmente porque tienen serias dificultades para manejar sus emociones y no logran comunicarse efectivamente. En el plano emocional siguen siendo, de alguna manera, esos mismos niños de escuela que desconocen sus emociones y, por lo tanto, no saben cómo regularlas. Por eso no nos extraña –aunque debiera– que en el mundo laboral adulto se reproduzca la realidad escolar: bullying, maltrato, conflictos interpersonales casi infantiles y problemas de comunicación de todo orden.
Estamos hablando de personas que por no saber gestionar sus emociones dejan de generar valor, sufren y hacer sufrir a otros. Sin embargo, el mundo laboral ha tomado conciencia de esta realidad con más rapidez y claridad que el mundo de la educación escolar1. Las empresas y las organizaciones –en particular las áreas de recursos humanos– se han dado cuenta del enorme gasto de tiempo que implican los conflictos y el desgaste motivacional que conllevan. Han estudiado cómo los “roces” –la palabra lo sugiere– terminan frenando la productividad de los equipos. En definitiva, han comprobado que la falta de inteligencia emocional es la principal causa de la ineficiencia productiva y del mal clima laboral.
Los profesionales de la educación de adultos podemos ver claramente que existe una disociación y una brecha grave entre la educación que exigimos y esperamos que las escuelas le entreguen a nuestros hijos, y la que el mundo adulto les pedirá en el futuro. Mientras la sociedad sigue gastando cifras enormes para entregarle a los niños y jóvenes más conocimiento externo, más datos, más información, más de lo mismo; en sus trabajos los evaluarán por sus capacidades de trabajar en grupo, de entender y motivarse a sí mismos y a otras personas, por su capacidad de escucha y empatía y por sus habilidades para generar redes de conversaciones efectivas. Está demostrado que son estas “habilidades blandas” las esenciales para mejorar el desempeño laboral, impulsar la creatividad, crear valor agregado, formar equipos de alto rendimiento y más importante aún, para aumentar el bienestar personal en cualquier ámbito de la vida.
La expresión más dura de la falta total de estas habilidades la vemos en los noticieros; en los parricidios, en niños que hacen bullying, en niños que matan a sus compañeros por hacerles bullying, en las altas cifras de depresión, en las cientos de horas de terapia, en las miles de horas de licencias por estrés. Finalmente los países tienen que gastar enormes sumas de dinero tratando de subsanar en los adultos la formación emocional que nunca les fue entregada en sus años escolares.
Tengo un sueño: Me gustaría ver que en las escuelas se enseñara a los niños, por ejemplo: Biología de las emociones, Lenguaje y escucha activa, Matemáticas del respeto mutuo, el Arte de la empatía, Gimnasia del trabajo en equipo y la Química de las relaciones humanas, talleres de cómo Aprender a aprender, de Liderazgo, de Competencias Ciudadanas, entre otros ramos esenciales. Quisiera ver a los estudiantes marchar por una verdadera educación de calidad. Una que enseñe para la vida.
* Alvaro Godoy es Comunicador y Coach de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Consulta: Edificio Alcantara, Apoquindo 3990 of 1005 fonos: 2070926 y 09-82287488
http://alvarogodoy.bligoo.com
1 Un aspecto interesante de este fenómeno es que surge desde las más altas esferas de la estructura de liderazgo o al menos es apoyado por éstas. Esto se debe en parte a que en las propias escuelas de ingeniería o economía e incluso en los currículos de algunos MBA y magister se está comenzando a enseñar principios del coaching aplicado al liderazgo.
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