Búsquedas en la memoria
E n r i q u e V i l l a n u e v a M.
En estos los últimos meses ha quedado de manifiesto la presión de la UDI (Unión Demócrata Independiente) sobre Piñera y su gobierno, para mantener a toda costa la estructura política y económica creada durante la dictadura militar. Siguen siendo partidarios de mantener enclaves dictatoriales, cuya expresión más clara es la Constitución de 1980 y el sistema electoral controlado (binominal), un sistema propuesto por Jaime Guzmán, que fue calculado para dar ventajas a la derecha económica chilena, más allá de que todos los partidos le han sacado provecho a este sistema en los últimos años.
Junto con esto la UDI se ha planteado un objetivo estratégico, “limpiar” la imagen de la dictadura militar y la suya, identificada como el partido de Pinochet. De hecho los principales románticos pinochetistas militan en sus filas.
El primer campanazo lo dieron en Septiembre del 2010, con su insistencia en la reapertura del caso Guzmán, argumentando que nunca los partidos y gobiernos de la Concertación hicieron lo suficiente para investigar su asesinato; a pesar de que este es un asunto investigado por seis jueces desde 1991, incluido el ex presidente de la Corte Suprema, en un proceso que concluyó hace ya varios años con la captura de los culpables materiales y del inductor o culpable intelectual.
De manera interesada intentan con esto –y 20 años después de sucedido este hecho– revivir el caso, calificando de manera antojadiza el asesinato de Guzmán como un crimen internacional o de lesa humanidad, con la clara finalidad de mantener abierto el proceso de la investigación a como de lugar, para que éste no prescriba y mantener vigente el legado de su líder histórico.
Pero como está acreditado en el proceso de la investigación judicial, el crimen de Jaime Guzmán no fue para abortar el naciente proceso de democracia post dictadura, tal cual lo quieren argumentar los abogados de la UDI. Este fue un acto derivado de las tensiones internas en el FPMR, lo que se puede constatar por declaraciones de militantes de la organización, por los estudios de distintos investigadores e incluso, por las conclusiones de la PDI y Carabineros.
Todos confirman el hecho que dicha acción fue realizada sin el consentimiento de su Dirección Nacional, por quienes intentaron impedir que el FPMR se transformara en un partido político y se insertara en la nueva realidad del país post plebiscito.
Posterior a esto, en el 2011, un destacado militante de la UDI, el ex Coronel de ejercito y ex CNI Cristian Labbé, actual Alcalde de Providencia, autorizó un acto público en dependencias del municipio, en apoyo al Coronel Miguel Krassnoff, un torturador confeso y preso por crímenes de lesa humanidad. A continuación y como para inaugurar el año 2012, personeros del Consejo Nacional de Educación anunciaron al país la decisión de cambiar el nombre a la dictadura por el de régimen militar en los textos de estudio del Ministerio de Educación.
Y lo más reciente sucedió hace unos días atrás, cuando apareció envalentonado el General Mathei, ex Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile, declarando que se siente “honrado de haber participado en el gobierno militar, como ministro y como miembro de la Junta de Gobierno”.
Remitiéndose a la historia es preciso partir por recordar que el origen de la dictadura de Pinochet fue el golpe de estado de 1973, urdido para derrocar a un gobierno democráticamente elegido por un veredicto popular y asesinar al Presidente Salvador Allende. Digo asesinar porque a pesar de las investigaciones que se han hecho últimamente para reafirmar el suicidio del presidente, la verdad es que la Fuerza Aérea de Chile cuyo Comandante en jefe era el General Gustavo Leigh Guzmán, bombardeó la casa presidencial con aviones y armamento de guerra, con el objetivo militar de asesinar al presidente de Chile y a todos los que allí se encontraban defendiendo valientemente la democracia, la Constitución y las leyes.
Para justificar esta acción se ha dicho que las FFAA fueron llamadas a realizar esta tarea horrible y cobarde, para terminar con el caos económico, con la anarquía, con la amenaza de que Chile sería invadida por el comunismo. Con este fin los conspiradores crearon un ambiente político propicio, haciendo creer a los chilenos que nosotros los militares éramos los únicos quienes podíamos neutralizar o impedir la invasión marxista, declarando finalmente la guerra al marxismo y al comunismo internacional.
Pero mas allá de estas invenciones realmente histéricas, en 1973 en Chile lo que había era un proceso político de profundos cambios sociales, políticos y económicos, al frente del cual estaban los partidos de la Unidad Popular. Lo que sí es cierto, es que Allende era un socialista y que este se identificaba con las ideas del mundo socialista, por lo tanto todos esos argumentos de que Chile estaba al borde de la guerra civil, que estábamos invadidos de asesores cubanos, es falso.
Las investigaciones y los hechos históricos hablan por si solos, un recuento breve de ello nos dice que: Allende fue sentenciado a muerte antes de que asumiera como presidente, son muchos los antecedentes que así lo demuestran; por ejemplo el asesinato del General René Schneider el 19 de octubre de 1970. En ese entonces la propia justicia militar condenó como autores materiales de los disparos a Julio Bouchón y José Melgoza Garay, ambos vinculados a Patria y Libertad, organización que antecedió a la UDI.
Comprobó también, que el asesinato del General Schneider estaba planeado por dos grupos militares, uno conducido por el General Roberto Viaux y el otro por el General Camilo Valenzuela.
La postura de Viaux en ese momento es la misma que hoy reconoce el General Mathei 38 años después, "asumo mi plena responsabilidad. Mi delito: no aceptar que mi Chile pase a ser dependencia extranjera y que mi pueblo se transforme en esclavo del comunismo internacional"
La publicación de un libro confidencial (Archivos Chile) de la Central de Inteligencia norteamericana, responsabiliza al entorno de Nixon por el asesinato de Schneider. Este libro es la biografía oficial del entonces director de la CIA Richard Helms.
En resumen las autoridades norteamericanas diseñaron planes especiales de intervención para todas las campañas presidenciales en las que participó Salvador Allende, las que fueron organizadas a gran escala en las dos últimas (1964 y 1970) porque veían posible el triunfo del socialismo en Chile, el que consideraron peligroso por su mala influencia para América Latina.
Estas pequeñas referencias históricas demuestran que el derrocamiento de Allende fue el producto de una conspiración político militar en la cual estuvieron comprometidos los altos mandos de las FFAA y como lo demuestran una infinidad de escritos y estudios, además de los documentos desclasificados de la CIA, no caben dudas que la política norteamericana de intervención hacia Chile se diseñó en los más altos niveles del gobierno de EEUU.
A la luz de estas verdades históricas un militar de honor no puede sentirse orgulloso, como dice el General Sr. Mathei, de haber participado en una dictadura militar cuyo origen es la traición a su patria. Como militares patriotas que nos opusimos a esta traición en 1973, podemos afirmar que las Fuerzas Armadas Chilenas ideológicamente infiltradas por sus mandos institucionales, actuaron como instrumentos de intereses económicos en este caso norteamericanos, que no sólo intervinieron en asuntos nacionales, sino que orientaron y financiaron el golpe de estado.
Desde hace ya casi cuatro décadas los políticos, los empresarios, los sectores de la iglesia católica, los intelectuales y los militares que se comprometieron con el golpe de estado en 1973, han intentado por todos los medios ocultar todo esto y para ello han usado el argumento absurdo, que Chile estaba en guerra en contra del comunismo internacional.
Por ello es que el general Gustavo Leigh, siendo Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, el 11 de Septiembre de 1973 le comunicó a Chile que "¡Estamos en guerra, señores!". “ Tenemos la certeza, la seguridad de que la mayoría del pueblo chileno está contra el marxismo, está dispuesto a extirpar el cáncer marxista hasta las últimas consecuencias”. Todo esto para fundamentar la supuesta “presencia en Chile de 15 mil cubanos, rusos y otros extranjeros quienes estarían en Chile con el fin de promover la guerra civil”.
Sin embargo las primeras imágenes de esta guerra son las provocadas por la Fuerza Aérea, quien bombardeó distintos puntos estratégicos de Santiago, incluyendo la casa presidencial, la Moneda, y varias poblaciones en Santiago con una rabia y odio tremendos. Paralelamente a estas acciones militares de envergadura en contra de un enemigo inexistente, lo que nosotros vimos en la Base Aérea de El Bosque sobrepasaba toda expectativa y capacidad de imaginación.
Constatamos que esa declaración de guerra era en contra de los partidarios del gobierno de la Unidad Popular, los que no eran capturados en combate, sino que se trataba de ciudadanos y ciudadanas chilenos (as) comunes y corrientes sacados (as) de sus casas y llevados a distintos cuarteles militares, maniatados con capuchas en sus cabezas para luego ser cruelmente torturados (as) y maltratados (as).
En ese contexto la inteligencia militar hizo aparecer el famoso y mentiroso Plan Z, algo que ahora puede sonar ridículo pero que en esos momentos desató toda un paranoia que radicalizó la represión y la actitud violenta de los militares y civiles partidarios del golpe de estado. A nosotros se nos repetía insistentemente que los militares íbamos a ser víctimas de crímenes alevosos por los izquierdistas, imponiendo así la lógica brutal de "ellos o nosotros", "ellos" nos iban a matar, pero "nosotros" nos adelantamos y le dimos el mismo trato que nos tenían preparado.
El Plan Z fue un intento de la dictadura por motivar apoyo emocional al golpe militar y sus consecuencias, ilustrado con fotos del "armamento de guerra pesado y liviano encontrado por las fuerzas militares y de orden en los arsenales de la Unidad Popular". El plan se publicó en el “Libro blanco”, pero sus revelaciones nunca pudieron ser validadas empíricamente, lo que en suma se hizo fue presentar el golpe militar como un “oportuno pronunciamiento de las FFAA y como una justa reacción al inminente autogolpe de la Unidad Popular".
Un buen resumen de esta monumental mentira se encuentra en el capítulo 3 del informe de la Comisión Valech, el que se refiere al Plan Zeta como "Los esfuerzos de propaganda del régimen que buscaron crear con el apoyo de los medios de comunicación partidarios, un clima de opinión favorable a la aplicación de acciones punitivas”.
Nosotros vivimos todo este proceso previo y posterior al golpe militar en nuestras unidades militares, pertenecimos a la misma rama de las Fuerzas Armadas que el General Mathei, pero la diferencia entre él y nosotros es que tuvimos en ese momento, no ahora, la valentía de oponernos al golpe militar y fuimos leales a nuestro juramento de defender la constitución y las leyes. El mismo juramento que Mathei hizo al ingresar como cadete de la Escuela de Aviación y que traicionó junto a quienes hoy buscan desesperadamente cómo limpiar su imagen tergiversando la historia.
Por nuestra decisión de lealtad a la patria fuimos hechos prisioneros, nos torturaban durante semanas y meses, y luego nos hacían firmar papeles en blanco, los cuales se trasformaban en confesiones y por tanto en pruebas de nuestra “traición a la patria”. Como miles de nuestros compatriotas durante la dictadura militar se nos acusó y juzgó por pensar distinto, en un país en el cual no había estado de derecho, sólo la voz autoritaria de un gobierno que utilizaba el terrorismo de estado para atemorizar a la población
Según datos de organizaciones de derechos humanos y de la Comisión Retigg instaurada por Patricio Alwin en 1991 para investigar crímenes de la dictadura, durante el periodo 70-79 fueron asesinados 405 militantes Socialistas. Del MIR 384 y del Partido Comunista 353. Y de acuerdo con la Comisión Rettig, el 46% de las víctimas fatales no tenían ninguna afiliación político partidista. Una cifra que se ha dicho es menor que la real y sin contar a miles de militantes y no militantes torturados y luego exiliados.
Esta es la resultante de un periodo de nuestra historia en el cual las violaciones a los derechos humanos se convirtieron en una expresión del imperio de la fuerza de la dictadura y de la ausencia de un orden moral. Atrocidades que permitieron instaurar por la fuerza un sistema económico explotador y gestor de las enormes desigualdades que hoy vivimos los chilenos, un sistema que según sus admiradores es el ejemplo de Latinoamérica.
Vale la pena recordar que fue durante los 17 años de dictadura militar que se consolidaron los poderes de los grupos que actualmente concentran el poder económico en pocas manos. Uno de los factores que permitió una pronta acumulación de capital fue la creación de las AFP e ISAPRES que, con el dinero que cotizan los empleados, trabajadores y profesionales, estuvieron en condiciones de efectuar grandes inversiones en áreas de mayor expectativa económica, tanto en Chile como en los países vecinos.
Al respecto el Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, afirmó recientemente que una de las razones por las que la crisis financiera en Estados Unidos no desencadenó un colapso total fue que no se adoptó un sistema de pensiones privado como el chileno. "En 2005 estaba muy de moda el sistema de pensiones de Chile y pensaron en adoptarlo en Estados Unidos, pero gracias a Dios eso no pasó porque habría provocado una Gran Depresión",
Por todo esto, no entiendo en qué se fundamenta el orgullo que el General Mathei y los partidarios de Pinochet sienten por haber participado como actores o cómplices, en una dictadura que destruyó de partida la base moral del país, su cultura, y lo refundó para servir de mercado a los capitales nacionales y extranjeros. ¿Sienten orgullo de haber defendido una Constitución política impuesta, en esencia represiva y antidemocrática, o de haber entregado Chile, como país experimental a los Chicago Boys con Milton Friedman a la cabeza, para la implantación de un modelo económico neoliberal ortodoxo, basado en la mas extrema concentración de la riqueza?
¿O bien de un modelo educativo adosado al mercado, que transforma a los estudiantes en clientes de las grandes universidades-empresas y que se heredó de la dictadura, celosamente mantenido por los “consensos” que lograron imponer los partidarios del modelo neoliberal en Chile? Quizás su orgullo derive de que Chile es hoy el muestrario del sistema neoliberal más extremo y dogmático del mundo.
Quizás se sientan orgullosos de que además de derramar tanta sangre para que las multinacionales hicieran sus negocios, al final de su historia Pinochet y sus mandos terminaron como ladrones. Está comprobado que éste había abierto cuentas secretas en el Banco Riggs de EE. UU., donde acumuló 27 millones de dólares mal habidos. El último descubrimiento fue que en una entidad bancaria de Hong Kong tenía 9.500 kilos de lingotes de oro, equivalentes a 160 millones de dólares.
En fin, las figuras de Pinochet, de Leigh, de Merino y de sus padrinos y asesores civiles, conformaron una dictadura y eso la historia no lo puede cambiar. Estos corresponden a seres humanos llenos de soberbia, que utilizaron el poder para perseguir y destruir a sus enemigos. Lo hicieron en Chile, en Argentina con los asesinatos por encargo del General Carlos Prats y de su esposa, de Bernardo Leighton y en Estados Unidos de Orlando Letelier.
Vale la pena recordar a las nuevas generaciones de Oficiales y Suboficiales, que aquellos militares que conspiraron y que actuaron en contra de un gobierno democráticamente elegido, lo hicieron dando la espalda a la disciplina y la moral, que son las bases sobre las que se asienta la fuerza de un ejército, cualquiera que sea su composición.
La moral en cuanto al sentido ético del respeto a su juramento con la patria, la constitución y la ley. La moral como fuerzas herederas de las grandes gestas heroicas y defensoras de su pueblo. Es esta moral la que permite en el combate tener la fe en el triunfo final y en la justicia de la causa que se defiende. Una moral que no pueden exhibir los militares que levantaron sus armas en contra de un pueblo indefenso.
Sin embargo, quienes fuimos leales a nuestro juramento y quienes posteriormente continuamos luchando en contra de la dictadura, sí lo podemos hacer, por la convicción de que peleamos por una causa justa, por la indignación que provocaban en nosotros los crímenes y las bestialidades de los Pinochetistas y su dictadura.
En síntesis luchamos por un Chile libre, que se reconstruyera desde su moral de pueblo independiente, ubicando los derechos humanos y la justicia social, la educación y la cultura como sus principales objetivos.
¡Al final de cuentas, la felicidad general de un pueblo descansa en la cultura y en la independencia individual de sus habitantes!
Enrique Villanueva M.
Vicepresidente Centro de Estudios Exonerados
Fuerza Aérea, CEEFA -73
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