miércoles, 14 de marzo de 2012

Kramer hay uno sólo


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G a b r i e l   S e p ú l v e d a   C o r r a d i n i *

Stefan Kramer es mucho más que un imitador. Partió siéndolo, pero con las "horas escenario" ha evolucionado su propuesta escénica de tal forma, que ha adquirido el status de comedia satírica. En Chile, imitadores hay muchos, pero Kramer, uno sólo.
Y eso es porque, además de un trabajo de mímesis notable, en el que descifra y proyecta códigos gestuales, entonaciones vocales y, sobre todo, la mirada del personaje (interesante discusión: ¿son sus imitados personas o personajes?), ha desarrollado otro aspecto que hace trascender su propuesta a algo mucho más allá de la mera imitación: la construcción de un discurso.
Probablemente en una etapa primaria se base en la observación y asimilación del timbre vocal, frases, e inflexiones típicas del imitado. Pero una vez instalado y reconocido por el público, se sumerge en un desarrollo mucho más profundo, generando crítica social a través de la comedia sin que sea, supongo, su propósito.
Eso lo hace aún más meritorio: en una sociedad dividida entre “famosos y gente que quiere serlo”, de poderosos y sometidos, de buenos y malos, Kramer es capaz de derribar esas barreras a través de la risa satírica, tonificando la capacidad crítica del espectador. De esa forma, a pesar de lo rudimentario de su propuesta (básicamente gesto y voz), logra construir un discurso político muy potente.
Por lo tanto, hay que atender a la evolución que ha ido experimentando en el público pero, por sobre todo, en alguno de sus imitados.
Al principio todos lo calificaban de “talentoso” y “muy divertido”. Pero desde hace algún tiempo, comienza a incomodar a algunos.
Ninguno de los que se sienten ofendidos ha querido usar la palabra “peligroso”, pero sí se han referido a supuestas “faltas de respeto”. Ellos no saben que un juicio de ese tipo tendrá validez única y exclusivamente si es expresado por el público. Será el pueblo quien decida si el personaje imitado es simpático o pesado, probo o corrupto, bueno o malo, querible u odiable. Kramer, simplemente, hace más evidente lo que ya lo es.
Y es por eso que jamás le ha faltado el respeto a nadie;  él, haciendo uso de la parodia y la hipérbole (recursos propios de la comedia satírica), ha sido capaz de, como dice Dario Fo, “poner al rey en calzoncillos.”
No está demás hacer una pequeña retrospección histórica: desde que irrumpieron en escena, durante la antigüedad y la Edad Media, los actores cómicos han sido amados por el pueblo y detestados por el poder. Innumerables juglares fueron exiliados, castigados y hasta torturados en el Medioevo. Algunos contemporáneos, como Charlie Chaplin y Dario Fo, censurados y perseguidos.
La paradoja es que, con la acción de los censores, el discurso crítico-cómico se ha universalizado y los comediantes han obtenido más material para reírse de los "irrespetados". Lo mismo está pasando con Kramer.
Hemos visto a Jordi Castell, públicamente, amenazando y extorsionándolo: el fotógrafo se queja de que nuestro juglar saca a relucir aspectos privados de su vida y de sus gustos personales. Permítame rebatir eso, señor Castell; hace ya mucho tiempo que su “privacidad”, en el ámbito sexual, es de dominio público, porque usted mismo se ha encargado de que así sea, llevándolo casi al paroxismo y lucrando con eso, convirtiéndose, por voluntad propia, en un personaje más que en una persona… ha dejado la pelota botando en el área chica para que alguien –como Kramer, en este caso–, la empuje al arco. Soy testigo (tan sólo uno más) de que usted se hizo conocido en TV por ventilar a los cuatro vientos sus gustos sexuales, a veces tirando cagados públicamente a hombres, para usted, atractivos, sin importar si alguno de éstos pudiera molestarse. Déjeme asegurarle que el 99% de los chilenos que lo conocen no es precisamente por su arte fotográfico, sino que por la burda caricatura que usted mismo ha construido y proyectado de su persona: una especie de individuo sexualmente desinhibido y definitivamente indiscreto, que gana dinero (supongo que no poco) llenándose la boca con comentarios sobre la vida privada de otra gente, en ese sucio y pestilente antro de estupidez humana, llamada “farandulandia”. Lo que hace para ganarse la vida es absolutamente válido, pero tiene consecuencias. Entonces aguántese no más, que con su rabieta infantil no logra sino dar más material para que nos riamos de usted con más fuerza.
Sebastián Piñera, hace algunas semanas, ante una pregunta periodística de si le había molestado la rutina de Kramer en la última Teletón, dejando en claro que tiene “muy buen sentido del humor”, deslizó su molestia diciendo: “hay que respetar la figura del Presidente de Chile”. El periodista le preguntó si había percibido una falta de respeto, Piñera dijo: “que juzguen los chilenos”. Y bueno, humildemente, como parte de ese pueblo chileno, le digo: “Presidente; Kramer no le ha faltado el respeto a nadie”… lo único que ha hecho es extrapolar gestos, comportamientos y actitudes suyas que casi todos los chilenos reconocemos. Y en eso, lejos del irrespeto al cual alude usted y sus cercanos, está hecho en forma muy fina y elegante... políticamente incorrecta, pero fina.
Cuando un juglar –un actor cómico– hace bien su trabajo, los poderosos comienzan a temblar (o a transpirar: ¿han visto a Zalaquett sudando angustia?). Da lo mismo si ese poder es político, religioso, militar o –propio de nuestros tiempos– comunicacional. Y si Kramer se está forrando en millones, sea con espectáculos en vivo o con publicidad (algo de lo que un par de personajes del “reino de los famosos” se han quejado), me alegro de que así sea, porque se lo merece. El público lo ama, lo pide y quiere verlo… no sé si Su Excelencia puede decir lo mismo.
Si algo pudiera decirle a Kramer, además de “gracias por poner en evidencia la estupidez y la corrupción”, le pediría que siga haciendo su trabajo sin temerle a nadie. Total, “Maricón es el que amenaza y extorsiona”... Y a ésos no hay que tenerles miedo.


Gabriel Sepúlveda Corradini. Actor Profesional y Licenciado en Actuación, Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Postítulo en Dramaturgia. Escuela de Teatro de la Universidad Católica. gabosepu@gmail.com

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