martes, 14 de junio de 2011

Coaching: mirando nuestra mirada

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Á l v a r o   G o d o y   H a e b e r l e

En esta sección quiero invitarlos a ver las posibilidades que nos abren el coaching, la filosofía del lenguaje, la biología, la neurociencia, la sicología y nuevas metodologías organizacionales, en el ámbito de nuestra vida cotidiana y laboral. La búsqueda, en este caso, es pragmática: ampliar nuestra capacidad de acción sobre el mundo, destrabar nuestro poder personal en la realización de nuestros sueños.

"Si existiendo todo conmigo,
sólo depende de mí".
Caetano Veloso.

La mayor parte de las cosas que queremos lograr dependen en gran medida de nosotros. El resto, no debería desvelarnos porque no depende de nosotros.
Cuando entramos en acción para conseguir algo, inevitablemente surgen obstáculos. Son parte del camino. Pero dejan de ser un impedimento para avanzar cuando descubrimos nuestras fortaleza y cómo ocuparlas. Si tenemos el potencial que necesitamos para llegar al lugar que anhelamos y aún no lo logramos ¿qué podría estar sucediendo? Es probable que la respuesta tenga que ver más con nosotros mismos que con trabas externas. 
En las empresas se trabaja mucho con el concepto de brechas de competencias. La explicación común es que lo que nos impide lograr nuestros objetivos son nuestras “brechas” o nuestras “debilidades”. Sin embargo, en mi experiencia como coach observo que muchas veces el principal obstáculo de las personas para desarrollarse es justamente creer que tienen brechas y que deben trabajar en sus debilidades.
Las brechas son construcciones mentales que surgen de comparar nuestro estado actual con un estado ideal en el futuro. Al construir mentalmente estas brechas lo más posible es que lo único que logremos es aumentarlas. Nuestro cerebro en vez de motivarse se asusta, nuestra autoestima se lesiona y quedamos en peor estado emocional para entrar en acción. ¿Por qué sucede esto? Porque estamos encerrando a nuestro cerebro en una trampa mental de la que no puede escapar, pues le estamos pidiendo que opere sobre algo que no tiene.
Nuestras debilidades son supuestamente aquellas habilidades que desposeemos. Sin embargo, no se puede tener aquello que nos falta. Por lo tanto, paradojalmente, nuestras debilidades, no son nuestras ni las tenemos. Parece un juego de palabras pero en el coaching es una verdad gigante. Sólo podemos trabajar a partir de lo que tenemos, y lo único que tenemos son nuestros conocimientos, nuestras habilidades, nuestras fortalezas.
Por otra parte, estratégicamente no logramos mucho fijando nuestra atención en lo que no tenemos. Lo más que podemos lograr es sentirnos mal, bajar nuestra autoestima y desmotivarnos. Por lo tanto de poco nos sirve fijarnos en nuestras brechas y debilidades para logar nuestros objetivos. Lo que sí podemos intentar es acrecentar nuestras habilidades o fortalecer nuestras fortalezas. Es decir, usarlas para lograr nuevos crecimientos. Pero para conseguir esto, primero tenemos que reconocerlas, valorarlas y, finalmente, apoyarnos en ellas para lograr lo que queremos.
Es esta la razón por la cual el coaching lo único que puede favorecer es destrabar el potencial de una persona para lograr sus objetivo. Es decir, ayudarla a descubrir cómo aprovechar sus habilidades y talentos, para conseguir sus propósitos.

Destrabar nuestro potencial

Si la mayor parte de las cosas que queremos lograr dependen en gran medida de nosotros, la pregunta que surge es ¿por qué no estamos usando nuestras mejores capacidades para llegar a donde queremos llegar?
Quizás por la misma razón que no podemos encontrar nuestros anteojos cuando los tenemos puestos. Puede que estemos poniendo todo nuestro talento y esfuerzo en encontrar algo que ya tenemos. Es decir, estamos ciegos de nuestras propias fortalezas y por lo tanto no sabemos usarlas para nuestro propósito.
Otra causa común es que estamos usando todo nuestro potencial en tratar de resolver algo, que en verdad estamos creando.
Un gerente se quejaba de que siempre estaba encontrando errores en el trabajo de su equipo. Cuando le pregunté cuál creía que era su principal rol como líder, su respuesta fue: “encontrar los errores”. Le dije que, desde ese punto de vista, lo estaba haciendo muy bien. Uno siempre encuentra lo que busca.
Otro gerente se quejaba que los informes siempre le llegaban incompletos y que siempre tenía que terminarlos él. La visión de sus colaboradores era que el siempre tenía que agregarle algo a los informes, de manera que optaron por hacer los informes incompletos para que él los completara a su gusto.
Lo que nos impide usar todo nuestro potencial son ciertas creencias que damos por verdaderas. Nos comportamos de acuerdo a esas creencias y terminamos creando lo que no tememos y confirmando nuestras creencias. Son esas mismas creencias –incuestionadas e incuestio-nables– las que nos impiden ni siquiera imaginar ciertos cursos de acción, simplemente porque no caben en la descripción que tenemos del mundo. De esta manera ciertas soluciones nos son negadas, no tenemos acceso a ellas.
Nuestras creencias nos permiten ver muchas cosas, pero no nos permiten ver nuestras creencias. Tenemos un punto ciego que está justo detrás de lo que observamos. El punto ciego es el punto de vista desde donde vemos las cosas.
Destrabar el potencial de uno mismo implica atrevernos a observarnos como parte de lo que observamos. Nuestra principal fortaleza es nuestra capacidad de cambiar nuestra mirada.


* Alvaro Godoy es Comunicador y Coach de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Consulta: Edificio Alcantara, Apoquindo 3990 of 1005 fonos: 2070926 y 09-82287488

Ilustración de Fernando López


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